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Todos nacemos con grandes talentos, somos capaces de aprender y de ser curiosos.
Con el tiempo vamos perdiendo esta capacidad hasta el punto de no saber quien somos en realidad.
El resultado de esto es que muchos de nosotros no estamos conectados con nuestros verdaderos talentos y por tanto no sabemos de lo que somos capaces.
Hacer cosas, ver números, descubrir patrones eran mis cosas favoritas.
Pero como novata que era, no tenía idea de nada, así que aprender fue mi motor.
En este momento es cuando empecé a enfrentarme al corporativismo, a los malos jefes, a la híper competitividad y a culturas empresariales que no sacaban lo mejor sino lo peor de la gente.
Crecí rápido (o eso me dijeron) y me convertí en Brand manager, también tuve mi primera experiencia liderando a una persona.
Y ME APASIONABA.
Me encantaba poder enseñar y acompañar a mi equipo a ser mejor.
Tanto fue así que durante los 6 años que estuve en Mattel aprendí todo lo que pude sobre Marketing de uno de los grandes.
Y finalmente me fui, quizás porque empecé a entender que mi personalidad no encajaba con la cultura de esa empresa.
En los próximos años pasé por muchísimas empresas, cada vez con más responsabilidad a mi cargo.
Me levantaba a las 4AM a ver si había cerrado la puerta de casa.
Y a la 6AM tenia el teléfono en la mano con 20 mensajes por responder.
No podía dejar de pensar en trabajo. Y al mismo tiempo empezaba a no verle mucho sentido
Había llegado al “éxito” que me habían dicho tantas y tantas veces.
Tenía dinero, poder y una gran posición.
Y me sentía superficial.
No tenía hobbies, no tenía idea de qué me gustaba por que lo que hacia 24/7 era trabajar.
Pero como te decía, cada vez más responsabilidad.
Y cada vez más ansiedad.
Toda mi identidad era mi trabajo. Y lo peor de todo, no sabia si realmente me gustaba.
Fue en aquella época cuando encontré a quien hoy es mi esposo.
Que tenia un ritmo y estilo de vida muy distinto al mío y me empecé a dar cuenta que no había solo una forma de éxito.
Que ese cuento de trabajar muy duro para ganarte el pan no era verdad para todos.
Que el trabajo no era la vida entera y que hay otras formas de vivir.
Así que decidí renunciar.
Empezar de cero.
Decidí dedicarme a responder las dudas que tenía, quería asegurarme que estaba viviendo por mí y no por todo lo que los demás me dijeron.
Me certifiqué como Coach ejecutivo y como Coach de equipos porque me apasionaba la gente y supuse que iba a ser un buen camino.
Si te sientes perdida, déjame decirte que yo también he estado ahí y sigo en la búsqueda de mis verdaderas pasiones, sé que es un camino que muchas veces da miedo tomar.
Pero al haber pasado por tantas etapas, a día de hoy creo que tengo la suficiente claridad y las herramientas para darte los consejos que te harán encontrarte en tu carrera profesional y ser más feliz.
Ofrezco soluciones adaptadas de sesiones 1 a 1, grupales, charlas y mucho más.
Están diseñadas para que contestes si o no a propósito con la intención de que tomes una decisión aunque no estés segura.
Contesta lo que diga tu intuición (Que siempre tiene la razón).
